jueves, 16 de junio de 2011

Qué debo saber antes de embarazarme… y después?

 

Muchas mujeres piensan que el mejor momento para ser madres es cuando “te toca”; para otras es cuando “lo dicta el corazón”; otras más pretenden guiarse por los logros económicos y laborales para incursionar en en mundo de la maternidad. Independientemente de la postura que se elija, lo cierto es que conviene tener en cuenta varios factores antes, durante y después del embarazo, para que la vida de la madre y su hijo no corra riesgo alguno.

En un escenario ideal, el embarazo debería planearse con un mínimo de tres meses de antelación para que la futura madre tenga oportunidad de mejorar o modificar algunos de sus hábitos de vida, como llevar una dieta sana, equilibrada en proteínas, grasas, vitaminas, minerales y carbohidratos, y abstenerse de fumar y beber alcohol, además de continuar con un método anticonceptivo de bajo impacto, practicarse el Papanicolaou -como cualquier mujer a partir de los 18 años o desde que inicia su vida sexual-, realizarse el examen de los senos habitual para detectar tumoraciones y darles tratamiento, y contar con una serie de pruebas que le brinden seguridad con respecto a su estado de salud, lo anterior sugerido por el Médico Álvaro Santibáñez Morales, Ginecólogo y Obstetra con especialidad en Biología de la Reproducción del Instituto Nacional de Perinatología.
En la dieta se debe incluir hierro y ácido fólico, una vitamina del grupo B que puede prevenir defectos en el cerebro y la médula espinal del bebé. La dosis recomendada es una tableta diaria de 5 miligramos, aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda 400 microgramos, ya que una porción se pierde en ciertos procesos como la digestión. También se aconseja que la futura madre constate su grupo sanguíneo, pues si se constata que su Rh es negativo, será necesario tomar ciertas medidas especiales, debido a la posibilidad de trasmisión de anticuerpos perjudiciales a la sangre del bebé en caso de haber tenido un embarazo previo, aún cuando haya terminado en aborto.
Una visita al médico servirá para realizar un cuestionario exhaustivo con el fin de determinar si existen riesgos asociados al embarazo, como obesidad, diabetes, enfermedades congénitas familiares, etcétera.
Son varios los estudios que se pueden solicitar en esa visita, como el VDRL para detectar sífilis y el perfil de Torch para descartar la presencia de toxoplasmosis, rubéola, citomegalovirus y virus del herpes, que podrían afectar el desarrollo del producto.
La presión arterial es otro factor que debe verificarse, así como los niveles de azúcar en la sangre. Esta última prueba suele realzarse, además, entre las semanas 24 y 28 para descartar la existencia de una clase de diabetes denominada diabetes gestacional.
A esta lista de pruebas se agregan la identificación de signos y síntomas de alarma (cefalea, edemas, sangrados, señales de infección de vías urinarias y vaginales) y detección del virus de inmunodeficiencia adquirida (VIH), bajo su conocimiento y con su consentimiento. Si después de todos los exámenes se han descartado enfermedades y otras complicaciones propias de la edad, el peso y la raza (que necesitarían más pruebas y cuidados), el siguiente paso es concentrarse en la concepción.

Sobre la marcha

La planeación es el mejor camino para formar una familia, pero esto no siempre es factible. En tal caso, es muy importante que tras la fecundación del óvulo por el exitoso espermatozoide, que se manifiesta en la ausencia del periodo menstrual (el famoso “retraso”), hay que acudir al ginecólogo para que confirme el embarazo y ordene cuanto antes las pruebas que ya se mencionaron, más unas adicionales que sirven para vigilar la salud y el óptimo desarrollo del bebé.
El doctor Santibáñez menciona que una de las primeras pruebas es un ultrasonido de primer nivel para localizar al embrión, ya que podría tratarse de un embarazo ectópico, es decir, que el saco gestacional no estuviera ubicado en la cavidad uterina sino en las trompas de Falopio, en la cavidad abdominal o en los ovarios.
Por el mismo medio se valora el crecimiento del bebé, para asegurarse de que sea congruente con la fecha de la última regla, y simétrico en sus tres segmentos: cabeza, abdomen y piernas.
Hacia las semanas 11 a 13 del embarazo se recomienda realizar un ultrasonido de segundo nivel para conocer la posible existencia de síndrome de Down, de trisomía 18 y 13 y de otras alteraciones cromosómicas en las pacientes mayores de 35 años, especialmente si tienen antecedentes familiares de riesgo o padecen problemas  cromosómicos. Si en el ultrasonido se pone de manifiesto algún riesgo, es probable que se indique una amniocentesis, que consiste en tomar una muestra del líquido amniótico. Como éste contiene células de la piel del feto, se pueden cultivar en el laboratorio para realizar un cariotipo, estudio que permite ver y contar los cromosomas del bebé y posibilita hacer un diagnóstico exacto.

Tranquilidad contundente

El ultrasonido de segundo nivel se le puede realizar a las pacientes que deseen dejar a un lado las preocupaciones propias de este periodo y continuar con un embarazo tranquilo, con las pruebas necesarias, sin excederse, ya que sólo son pruebas de tamizaje que deben entenderse como eso: la selección de un grupo grande para encontrar a aquel que se halle en riesgo.
Cada trimestre el médico puede pedir diversos estudios de laboratorio, entre éstos biometría hemática, tiempos de coagulación, química sanguínea y examen de orina, para verificar niveles correctos en la sangre, descartar la presencia de anemia y vigilar el correcto funcionamiento del hígado y los riñones. Además, se revisa la presión arterial y que el incremento de peso de la madre sea el adecuado.

No todo es tan dulce

Hacia la semana 24 de gestación se debe realizar un estudio que mide la concentración de glucosa en la sangre luego de la ingesta de azúcar. Si la cantidad resulta superior a lo normal, será necesario hacer una curva de tolerancia completa de tres horas para diagnosticar diabetes gestacional.
Es común que las mujeres embarazadas presenten niveles de glucosa ligeramente arriba de lo normal, pero hay factores de riesgo -como ser de raza latina y tener más de 25 años- que predisponen a desarrollar este padecimiento. Por ello es necesario detectar cualquier anomalía de forma temprana; además, si se sigue una dieta adecuada desde la semana 13 o 14, probablemente no sea necesario indicar insulina ni medicamentos. En cambio, si no se toman las precauciones necesarias pueden surgir otras complicaciones, como bebés muy grandes, muerte intrauterina o en el nacimiento, aumento de presión sanguínea y preclampsia. Además, sin las precauciones adecuadas 60% de las mujeres que desarrollan diabetes del embarazo tienden a padecer, años después, diabetes tipo 2.

Ahora si, a repartir chocolates o puros

Si todo ha seguido su curso normal, después de 40 semanas de embarazo, es decir, cuando éste llega a término, llega también el momento del alumbramiento, inmediatamente después del cual al bebé se le practican las correspondientes pruebas y mediciones.
La nueva madre deberá acudir a consulta dentro de los 7 a 14 días siguientes al alumbramiento. Si fue sometida a una operación, se retiran los puntos, se revisa la cicatriz y se verifica que no haya sangrado. También se constata que los pechos no estén congestionados por la leche, y nuevamente se checan la presión y los niveles de glucosa. En muchos casos el médico recomienda continuar la ingesta de multivitamínicos que se hayan prescrito durante el embarazo, mas una dieta rica en calcio y hierro para compensar las pérdidas que implica la lactancia.
De cuatro a seis semanas después del parto, con base en la orientación que le brinde el médico, la paciente puede decidir adoptar un sistema anticonceptivo que se adapte a sus necesidades, ya sean tabletas, dispositivo o inyecciones diseñadas especialmente para no afectar al bebé durante la lactancia. Tres meses más tarde, es decir, un año después de la concepción, es recomendable hacer un Papanicolaou y reanudar las revisiones ginecológicas habituales.
Ahora si, ya puedes decidir si estás lista para la aventura del embarazo, o si quieres pensartelo un poco más :D

Saludos!
via yavoymama

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jueves, 16 de junio de 2011

Qué debo saber antes de embarazarme… y después?

 

Muchas mujeres piensan que el mejor momento para ser madres es cuando “te toca”; para otras es cuando “lo dicta el corazón”; otras más pretenden guiarse por los logros económicos y laborales para incursionar en en mundo de la maternidad. Independientemente de la postura que se elija, lo cierto es que conviene tener en cuenta varios factores antes, durante y después del embarazo, para que la vida de la madre y su hijo no corra riesgo alguno.

En un escenario ideal, el embarazo debería planearse con un mínimo de tres meses de antelación para que la futura madre tenga oportunidad de mejorar o modificar algunos de sus hábitos de vida, como llevar una dieta sana, equilibrada en proteínas, grasas, vitaminas, minerales y carbohidratos, y abstenerse de fumar y beber alcohol, además de continuar con un método anticonceptivo de bajo impacto, practicarse el Papanicolaou -como cualquier mujer a partir de los 18 años o desde que inicia su vida sexual-, realizarse el examen de los senos habitual para detectar tumoraciones y darles tratamiento, y contar con una serie de pruebas que le brinden seguridad con respecto a su estado de salud, lo anterior sugerido por el Médico Álvaro Santibáñez Morales, Ginecólogo y Obstetra con especialidad en Biología de la Reproducción del Instituto Nacional de Perinatología.
En la dieta se debe incluir hierro y ácido fólico, una vitamina del grupo B que puede prevenir defectos en el cerebro y la médula espinal del bebé. La dosis recomendada es una tableta diaria de 5 miligramos, aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda 400 microgramos, ya que una porción se pierde en ciertos procesos como la digestión. También se aconseja que la futura madre constate su grupo sanguíneo, pues si se constata que su Rh es negativo, será necesario tomar ciertas medidas especiales, debido a la posibilidad de trasmisión de anticuerpos perjudiciales a la sangre del bebé en caso de haber tenido un embarazo previo, aún cuando haya terminado en aborto.
Una visita al médico servirá para realizar un cuestionario exhaustivo con el fin de determinar si existen riesgos asociados al embarazo, como obesidad, diabetes, enfermedades congénitas familiares, etcétera.
Son varios los estudios que se pueden solicitar en esa visita, como el VDRL para detectar sífilis y el perfil de Torch para descartar la presencia de toxoplasmosis, rubéola, citomegalovirus y virus del herpes, que podrían afectar el desarrollo del producto.
La presión arterial es otro factor que debe verificarse, así como los niveles de azúcar en la sangre. Esta última prueba suele realzarse, además, entre las semanas 24 y 28 para descartar la existencia de una clase de diabetes denominada diabetes gestacional.
A esta lista de pruebas se agregan la identificación de signos y síntomas de alarma (cefalea, edemas, sangrados, señales de infección de vías urinarias y vaginales) y detección del virus de inmunodeficiencia adquirida (VIH), bajo su conocimiento y con su consentimiento. Si después de todos los exámenes se han descartado enfermedades y otras complicaciones propias de la edad, el peso y la raza (que necesitarían más pruebas y cuidados), el siguiente paso es concentrarse en la concepción.

Sobre la marcha

La planeación es el mejor camino para formar una familia, pero esto no siempre es factible. En tal caso, es muy importante que tras la fecundación del óvulo por el exitoso espermatozoide, que se manifiesta en la ausencia del periodo menstrual (el famoso “retraso”), hay que acudir al ginecólogo para que confirme el embarazo y ordene cuanto antes las pruebas que ya se mencionaron, más unas adicionales que sirven para vigilar la salud y el óptimo desarrollo del bebé.
El doctor Santibáñez menciona que una de las primeras pruebas es un ultrasonido de primer nivel para localizar al embrión, ya que podría tratarse de un embarazo ectópico, es decir, que el saco gestacional no estuviera ubicado en la cavidad uterina sino en las trompas de Falopio, en la cavidad abdominal o en los ovarios.
Por el mismo medio se valora el crecimiento del bebé, para asegurarse de que sea congruente con la fecha de la última regla, y simétrico en sus tres segmentos: cabeza, abdomen y piernas.
Hacia las semanas 11 a 13 del embarazo se recomienda realizar un ultrasonido de segundo nivel para conocer la posible existencia de síndrome de Down, de trisomía 18 y 13 y de otras alteraciones cromosómicas en las pacientes mayores de 35 años, especialmente si tienen antecedentes familiares de riesgo o padecen problemas  cromosómicos. Si en el ultrasonido se pone de manifiesto algún riesgo, es probable que se indique una amniocentesis, que consiste en tomar una muestra del líquido amniótico. Como éste contiene células de la piel del feto, se pueden cultivar en el laboratorio para realizar un cariotipo, estudio que permite ver y contar los cromosomas del bebé y posibilita hacer un diagnóstico exacto.

Tranquilidad contundente

El ultrasonido de segundo nivel se le puede realizar a las pacientes que deseen dejar a un lado las preocupaciones propias de este periodo y continuar con un embarazo tranquilo, con las pruebas necesarias, sin excederse, ya que sólo son pruebas de tamizaje que deben entenderse como eso: la selección de un grupo grande para encontrar a aquel que se halle en riesgo.
Cada trimestre el médico puede pedir diversos estudios de laboratorio, entre éstos biometría hemática, tiempos de coagulación, química sanguínea y examen de orina, para verificar niveles correctos en la sangre, descartar la presencia de anemia y vigilar el correcto funcionamiento del hígado y los riñones. Además, se revisa la presión arterial y que el incremento de peso de la madre sea el adecuado.

No todo es tan dulce

Hacia la semana 24 de gestación se debe realizar un estudio que mide la concentración de glucosa en la sangre luego de la ingesta de azúcar. Si la cantidad resulta superior a lo normal, será necesario hacer una curva de tolerancia completa de tres horas para diagnosticar diabetes gestacional.
Es común que las mujeres embarazadas presenten niveles de glucosa ligeramente arriba de lo normal, pero hay factores de riesgo -como ser de raza latina y tener más de 25 años- que predisponen a desarrollar este padecimiento. Por ello es necesario detectar cualquier anomalía de forma temprana; además, si se sigue una dieta adecuada desde la semana 13 o 14, probablemente no sea necesario indicar insulina ni medicamentos. En cambio, si no se toman las precauciones necesarias pueden surgir otras complicaciones, como bebés muy grandes, muerte intrauterina o en el nacimiento, aumento de presión sanguínea y preclampsia. Además, sin las precauciones adecuadas 60% de las mujeres que desarrollan diabetes del embarazo tienden a padecer, años después, diabetes tipo 2.

Ahora si, a repartir chocolates o puros

Si todo ha seguido su curso normal, después de 40 semanas de embarazo, es decir, cuando éste llega a término, llega también el momento del alumbramiento, inmediatamente después del cual al bebé se le practican las correspondientes pruebas y mediciones.
La nueva madre deberá acudir a consulta dentro de los 7 a 14 días siguientes al alumbramiento. Si fue sometida a una operación, se retiran los puntos, se revisa la cicatriz y se verifica que no haya sangrado. También se constata que los pechos no estén congestionados por la leche, y nuevamente se checan la presión y los niveles de glucosa. En muchos casos el médico recomienda continuar la ingesta de multivitamínicos que se hayan prescrito durante el embarazo, mas una dieta rica en calcio y hierro para compensar las pérdidas que implica la lactancia.
De cuatro a seis semanas después del parto, con base en la orientación que le brinde el médico, la paciente puede decidir adoptar un sistema anticonceptivo que se adapte a sus necesidades, ya sean tabletas, dispositivo o inyecciones diseñadas especialmente para no afectar al bebé durante la lactancia. Tres meses más tarde, es decir, un año después de la concepción, es recomendable hacer un Papanicolaou y reanudar las revisiones ginecológicas habituales.
Ahora si, ya puedes decidir si estás lista para la aventura del embarazo, o si quieres pensartelo un poco más :D

Saludos!
via yavoymama

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