jueves, 26 de mayo de 2011

NUTRICIÓN EN TU EMBARAZO

El primer alimento que llega al embrión durante el embarazo es el ambiente que vive: el útero y las hormonas que determinan su clima. Las condiciones psicológicas, físicas, sentimentales y sensoriales de la futura madre influyen en el funcionamiento del cuerpo gracias a la diferencia de calidad y cantidad de las secreciones hormonales. El estado de ánimo durante el embarazo es de máxima importancia porque influirá el ambiente en el que el feto se desarrolle e incluso en su propio desarrollo.
No hay nada peor para el desarrollo del feto que ser ignorado por la madre que lo está ‘construyendo’, no ser alimentado con emociones y sensaciones, aunque sean opuestas, pero que le hacen sentir ‘persona’ y objeto de sentimientos.
Cuando el embarazo es una elección o se acepta, los sentimientos negativos y el ansia disminuyen, dejando lugar a un estado anímico más sereno y pacífico. Este es el primer ‘alimento’ que damos a nuestro hijo: ser consciente de lo que sentimos por él y dejarle sentir emociones y sensaciones.
A través del cordón umbilical, el feto recibe el alimento físico, que crea materialmente todos los órganos de su cuerpo, incluido el cerebro, con las sustancias que la madre ingiere durante el embarazo.
Es importante alimentarse con alimentos vitales, naturales, genuinos y sobre todo tomar consciencia de los cambios del cuerpo para prepararse al parto y la lactancia, para un modo de vivir el embarazo y para escoger una dieta adecuada.
Durante el embarazo, el organismo sufrirá transformaciones de todas sus funciones y del metabolismo, para permitir el crecimiento del nuevo ser y de órganos indispensables como la placenta, el útero y las mamas, que deberán adquirir el tamaño adecuado a las exigencias del feto y del recién nacido. Además, el organismo acumula reservas de energía para el parto y la lactación.
La necesidad de nutrición del embrión es muy reducida, por lo que en el primer trimestre no es necesario que la madre aumente su consumo diario de calorías.
A partir del tercer mes, el feto sufre un mayor desarrollo, que se traduce en el aumento de la cantidad de calorías necesarias. Pero no se requiere ningún esfuerzo para comer más. En realidad, dado que nuestra alimentación diaria supera nuestras necesidades, se tratará de continuar con la alimentación usual, siguiendo las propias necesidades. Hay que evitar ‘comer por dos’ así como someterse a restricciones cuantitativas excesivas.
El embarazo no es una condición patológica y debe ser vivida de la forma más natural posible, como un período saludable que no requiere grandes cambios en el modo de vida y de alimentación.
En otro Mundo...
Será suficiente continuar alimentándose de forma sana y tratar de cumplir algunos principios sencillos:
- Minerales.
El calcio es muy importante durante el embarazo ya que servirá para construir los huesos y dientes del recién nacido. Las mujeres embarazadas absorben un porcentaje superior y por ello convendría hacer un aporte diario en forma de algas, gomasio, verduras de hoja verde, pescados… Evitando las solanáceas, los lácteos, exceso de carnes, bebidas carbonatadas, alimentos con ácido oxálico como las espinacas, azúcar blanco y alimentos refinados, bollería…, que roban calcio del organismo.
Junto al calcio, el fósforo está presente en el esqueleto y es fundamental para la fijación del calcio. Sólo un aporte equilibrado de calcio y de fósforo permite la osificación del esqueleto fetal y la formación de los dientes del recién nacido. El fósforo se encuentra en los cereales integrales, en el pescado.
También el yodo tiene una función específica durante el embarazo ya que un aporte insuficiente podría provocar defectos en la tiroides del feto (basta con condimentar los alimentos con sal marina sin refinar, gomasio y de vez en cuando miso o tamari).
La necesidad de hierro durante el embarazo es alta, ya que el feto, en los últimos meses, crea un depósito de este mineral en el hígado para obviar en los primeros seis meses de vida las carencias de hierro de la alimentación láctica. La carencia de hierro conduce a la anemia. Si bien una leve anemia fisiológica es fundamental en el parto para no correr riesgos de complicaciones de tipo embólico, es importante mantener constantes los niveles de este mineral mediante una alimentación con gran aporte férrico y combinaciones que favorezcan su utilización. Los alimentos que lo contienen y en combinación correcta son las verduras de hoja verde, las legumbres, los cereales integrales, el huevo. Es inútil tomar fármacos que contengan hierro, ya que la mayoría de los casos no se absorbe y no es infrecuente que este aporte aritificial provoque, varios años después, enfermedades graves como las hemosiderosis y la cirrosis, debidas a la acumulación de hierro en diversos órganos (hígado, bazo, páncreas) que responden con una reacción inflamatoria de evolución fibrosa.
La suplementación con hierro afecta negativamente a los niveles de zinc en el organismo. Una deficiencia de zinc es bastante común y es agravada en muchos casos al tomar suplementos de hierro en exceso. Por eso, si vamos a tomar hierro por un período a medio o largo plazo debemos tener la precaución de acompañarlo con zinc.
- Vitaminas.
Aumenta la necesidad de vitamina A. Hay que tener presente que la vitamina no resiste la cocción por lo que conviene asegurarse un aporte adecuado a través de la ingestión de caroteno, sustancia contenida en las zanahorias, algas, col, brécol, calabaza, hojas de mostaza.
La carencia de vitamina B1 provoca a menudo problemas de hipotensión y calambres musculares. Es soluble en agua, por lo que es muy importante utilizar en las sopas y caldos las leguminosas y las verduras que la contienen, en particular, la col. Se encuentra también en las semillas de girasol y los cereales integrales.
La vitamina C es fundamental para la utilización del hierro, como factor antiinfeccioso y para la fijación del calcio. La encontramos en el escaramujo, en las verduras, en las frutas…
La vitamina D es absolutamente indispensable por lo que es necesario exponerse a los rayos y la luz solar. Sin embargo, nunca hay que tomar esta vitamina por vía oral, ya que existe el riesgo de hipervitaminosis (cuya consecuencia es la calcificación anormal de los huesos en crecimiento, calcificaciones en el tejido conectivo y en la placenta), muy dañina para el desarrollo correcto del feto. Evitar los alimentos enriquecidos con vitamina D. Los aceites de pescado (bacalao, caballa, sardinas, salmón, atún) son ricos en vitamina D.

Semillas y frutos secos repletos de ácido fólico.
Durante el embarazo aumenta la necesidad de ácido fólico que se encuentra en legumbres, semillas, verduras; de vitamina PP (vitamina B3 o niacina) presente en la caballa, pez espada, cereales integrales, legumbres y frutas frescas; y de vitamina E (tocoferol) en cereales integrales, aguacate, aceite de oliva y frutos secos.
Es prácticamente inútil eliminar las carencias de vitaminas o minerales ingiriendo fármacos que los contengan: la vitamina por sí sola no soluciona el problema, sino el complejo polivitamínico y polimineral presente en los alimentos naturales. Sólo la buena y sana alimentación nos proporcionará un aporte correcto de estos elementos.

Ciertas pautas a seguir:
En primer lugar hay que abandonar el consumo de azúcar blanco y derivados, puesto que es un potente descalcificante, entre otras cosas. Durante el embarazo tanto la mujer como el feto necesitan mucho calcio. Convendrá sustituirla por azúcar integral de caña de rapadura o sirope de arroz o de savia, reeducando, al mismo tiempo, el gusto desacostumbrado a apreciar la dulzura natural de la fruta fresca y las verduras dulces.
Por supuesto, no hay que tomar alcohol, ya que pasa directamente con mucha facilidad a la placenta y permanece en el feto en concentraciones elevadas y durante mucho tiempo, a causa de la incapacidad de los sistemas enzimáticos fetales de metabolizar las moléculas de alcohol. Actúa sobre los tejidos del feto, interfiere los procesos de desarrollo y crecimiento e incluso puede provocar malformaciones, retrasos mentales y problemas posparto. El daño es proporcional a la cantidad de bebida ingerida, a la calidad y a la duración de este abuso.
La cafeína es una sustancia bastante activa desde el punto de vista farmacológico (en los riñones y en el sistema nervioso), que supera con facilidad la placenta y entra en el medio fetal. La cafeína también se encuentra en el té, en el cacao y en aquellas bebidas cuyo nombre termina con el sufijo -cola. Tres tacitas de café, un té y una cola al día son suficientes para alcanzar niveles peligrosos para el feto. Además esta sustancia roba calcio al organismo. No se aconseja el uso del café descafeinado, ya que la cafeína ha sido eliminada mediante procesos químicos que pueden introducir sustancias dañinas.
Infusión de jengibre, excelente remedio contra las náuseas.
Me gustaría hacer un breve comentario sobre la raíz de jengibre, los chinos lo utilizan desde hace muchos años para calentar el organismo, facilitar el flujo de energía y fluidos, estimulando la inmunidad. Tiene un montón de aplicaciones (gripes, tos, problemas reumáticos) y es la única especia que previene el mareo, siendo excelente contra las náuseas del embarazo. Se utiliza en pequeñas cantidades en sopas o en forma de infusión. No os recomiendo el jengibre cristalizado, tan de moda en las herboristerías, ya que lleva azúcar y éste elimina todo poder curativo del jengibre. Preparar un infusión es muy sencillo: se ralla una cucharada sopera de jengibre fresco y se añade agua hirviendo, se deja reposar dos minutos y se cuela. Después de las comidas es ideal ya que ayuda a hacer una buena digestión, absorbiendo todos los nutrientes.
Al principio del embarazo la sangre suele estar más ácida. Por eso, si la futura madre se alimenta de refinados, bollería, azúcares, carnes, es decir, alimentos que acidifican, su sangre seguirá ácida y empezará a notar las primeras náuseas y algunas incluso vómitos. Esta acidez afecta al hígado, huesos y dientes produciendo finalmente al cansancio y agotamiento. Otra manera de prevenir estos mareos, náuseas y vómitos sería eliminar todo alimento acidificante (como los antes mencionados) y tomar media ciruela umeboshi en cada comida e ir introduciendo poco a poco alimentos más equilibrados como los cereales integrales, verduras frescas de estación, algas marinas…
No conviene cambiar radicalmente de alimentación. Si la alimentación precedente ha sido rica en alimentos industriales con abundantes productos químicos, azúcares y productos animales, el paso a una dieta naturista (vegetariana, macrobiótica…) puede resultar dañino para la salud de la madre y para el feto, ya que el cuerpo materno, sometido de golpe a un cambio tan importante, descargará una cantidad de toxinas y desechos que no podrán ser eliminados por completo a través de la orina y las heces. Estas toxinas podrían permanecer en el organismo y descargarse en el feto. Es mejor cambiar de forma más gradual.
El embarazo es una excelente ocasión para mejorar el tipo de dieta, para adoptar una dieta equilibrada compuesta por cereales integrales, verduras frescas de estación, alimentos animales frescos y de confianza (mejor ecológicos), frutas de estación… No es conveniente tener demasiada rigidez al aplicar una u otra dieta, sino que hay que seguir los consejos que el cuerpo nos envía a través del apetito, de las alteraciones, de los cambios de gusto y de la mayor sensibilidad a los olores.
Felices 9 meses y feliz , sano y natural parto!
Con mucho AMOR.
Te recomiendo un libro muy especial para todas las mujeres: ‘Cuerpo de Mujer, Sabiduría de Mujer’ de la Dra. Christiane Northrup. Aquí encontrarás toda la información necesaria, es como la ‘Biblia Femenina’.
www.nutricionencasa.com

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NUTRICIÓN EN TU EMBARAZO

El primer alimento que llega al embrión durante el embarazo es el ambiente que vive: el útero y las hormonas que determinan su clima. Las condiciones psicológicas, físicas, sentimentales y sensoriales de la futura madre influyen en el funcionamiento del cuerpo gracias a la diferencia de calidad y cantidad de las secreciones hormonales. El estado de ánimo durante el embarazo es de máxima importancia porque influirá el ambiente en el que el feto se desarrolle e incluso en su propio desarrollo.
No hay nada peor para el desarrollo del feto que ser ignorado por la madre que lo está ‘construyendo’, no ser alimentado con emociones y sensaciones, aunque sean opuestas, pero que le hacen sentir ‘persona’ y objeto de sentimientos.
Cuando el embarazo es una elección o se acepta, los sentimientos negativos y el ansia disminuyen, dejando lugar a un estado anímico más sereno y pacífico. Este es el primer ‘alimento’ que damos a nuestro hijo: ser consciente de lo que sentimos por él y dejarle sentir emociones y sensaciones.
A través del cordón umbilical, el feto recibe el alimento físico, que crea materialmente todos los órganos de su cuerpo, incluido el cerebro, con las sustancias que la madre ingiere durante el embarazo.
Es importante alimentarse con alimentos vitales, naturales, genuinos y sobre todo tomar consciencia de los cambios del cuerpo para prepararse al parto y la lactancia, para un modo de vivir el embarazo y para escoger una dieta adecuada.
Durante el embarazo, el organismo sufrirá transformaciones de todas sus funciones y del metabolismo, para permitir el crecimiento del nuevo ser y de órganos indispensables como la placenta, el útero y las mamas, que deberán adquirir el tamaño adecuado a las exigencias del feto y del recién nacido. Además, el organismo acumula reservas de energía para el parto y la lactación.
La necesidad de nutrición del embrión es muy reducida, por lo que en el primer trimestre no es necesario que la madre aumente su consumo diario de calorías.
A partir del tercer mes, el feto sufre un mayor desarrollo, que se traduce en el aumento de la cantidad de calorías necesarias. Pero no se requiere ningún esfuerzo para comer más. En realidad, dado que nuestra alimentación diaria supera nuestras necesidades, se tratará de continuar con la alimentación usual, siguiendo las propias necesidades. Hay que evitar ‘comer por dos’ así como someterse a restricciones cuantitativas excesivas.
El embarazo no es una condición patológica y debe ser vivida de la forma más natural posible, como un período saludable que no requiere grandes cambios en el modo de vida y de alimentación.
En otro Mundo...
Será suficiente continuar alimentándose de forma sana y tratar de cumplir algunos principios sencillos:
- Minerales.
El calcio es muy importante durante el embarazo ya que servirá para construir los huesos y dientes del recién nacido. Las mujeres embarazadas absorben un porcentaje superior y por ello convendría hacer un aporte diario en forma de algas, gomasio, verduras de hoja verde, pescados… Evitando las solanáceas, los lácteos, exceso de carnes, bebidas carbonatadas, alimentos con ácido oxálico como las espinacas, azúcar blanco y alimentos refinados, bollería…, que roban calcio del organismo.
Junto al calcio, el fósforo está presente en el esqueleto y es fundamental para la fijación del calcio. Sólo un aporte equilibrado de calcio y de fósforo permite la osificación del esqueleto fetal y la formación de los dientes del recién nacido. El fósforo se encuentra en los cereales integrales, en el pescado.
También el yodo tiene una función específica durante el embarazo ya que un aporte insuficiente podría provocar defectos en la tiroides del feto (basta con condimentar los alimentos con sal marina sin refinar, gomasio y de vez en cuando miso o tamari).
La necesidad de hierro durante el embarazo es alta, ya que el feto, en los últimos meses, crea un depósito de este mineral en el hígado para obviar en los primeros seis meses de vida las carencias de hierro de la alimentación láctica. La carencia de hierro conduce a la anemia. Si bien una leve anemia fisiológica es fundamental en el parto para no correr riesgos de complicaciones de tipo embólico, es importante mantener constantes los niveles de este mineral mediante una alimentación con gran aporte férrico y combinaciones que favorezcan su utilización. Los alimentos que lo contienen y en combinación correcta son las verduras de hoja verde, las legumbres, los cereales integrales, el huevo. Es inútil tomar fármacos que contengan hierro, ya que la mayoría de los casos no se absorbe y no es infrecuente que este aporte aritificial provoque, varios años después, enfermedades graves como las hemosiderosis y la cirrosis, debidas a la acumulación de hierro en diversos órganos (hígado, bazo, páncreas) que responden con una reacción inflamatoria de evolución fibrosa.
La suplementación con hierro afecta negativamente a los niveles de zinc en el organismo. Una deficiencia de zinc es bastante común y es agravada en muchos casos al tomar suplementos de hierro en exceso. Por eso, si vamos a tomar hierro por un período a medio o largo plazo debemos tener la precaución de acompañarlo con zinc.
- Vitaminas.
Aumenta la necesidad de vitamina A. Hay que tener presente que la vitamina no resiste la cocción por lo que conviene asegurarse un aporte adecuado a través de la ingestión de caroteno, sustancia contenida en las zanahorias, algas, col, brécol, calabaza, hojas de mostaza.
La carencia de vitamina B1 provoca a menudo problemas de hipotensión y calambres musculares. Es soluble en agua, por lo que es muy importante utilizar en las sopas y caldos las leguminosas y las verduras que la contienen, en particular, la col. Se encuentra también en las semillas de girasol y los cereales integrales.
La vitamina C es fundamental para la utilización del hierro, como factor antiinfeccioso y para la fijación del calcio. La encontramos en el escaramujo, en las verduras, en las frutas…
La vitamina D es absolutamente indispensable por lo que es necesario exponerse a los rayos y la luz solar. Sin embargo, nunca hay que tomar esta vitamina por vía oral, ya que existe el riesgo de hipervitaminosis (cuya consecuencia es la calcificación anormal de los huesos en crecimiento, calcificaciones en el tejido conectivo y en la placenta), muy dañina para el desarrollo correcto del feto. Evitar los alimentos enriquecidos con vitamina D. Los aceites de pescado (bacalao, caballa, sardinas, salmón, atún) son ricos en vitamina D.

Semillas y frutos secos repletos de ácido fólico.
Durante el embarazo aumenta la necesidad de ácido fólico que se encuentra en legumbres, semillas, verduras; de vitamina PP (vitamina B3 o niacina) presente en la caballa, pez espada, cereales integrales, legumbres y frutas frescas; y de vitamina E (tocoferol) en cereales integrales, aguacate, aceite de oliva y frutos secos.
Es prácticamente inútil eliminar las carencias de vitaminas o minerales ingiriendo fármacos que los contengan: la vitamina por sí sola no soluciona el problema, sino el complejo polivitamínico y polimineral presente en los alimentos naturales. Sólo la buena y sana alimentación nos proporcionará un aporte correcto de estos elementos.

Ciertas pautas a seguir:
En primer lugar hay que abandonar el consumo de azúcar blanco y derivados, puesto que es un potente descalcificante, entre otras cosas. Durante el embarazo tanto la mujer como el feto necesitan mucho calcio. Convendrá sustituirla por azúcar integral de caña de rapadura o sirope de arroz o de savia, reeducando, al mismo tiempo, el gusto desacostumbrado a apreciar la dulzura natural de la fruta fresca y las verduras dulces.
Por supuesto, no hay que tomar alcohol, ya que pasa directamente con mucha facilidad a la placenta y permanece en el feto en concentraciones elevadas y durante mucho tiempo, a causa de la incapacidad de los sistemas enzimáticos fetales de metabolizar las moléculas de alcohol. Actúa sobre los tejidos del feto, interfiere los procesos de desarrollo y crecimiento e incluso puede provocar malformaciones, retrasos mentales y problemas posparto. El daño es proporcional a la cantidad de bebida ingerida, a la calidad y a la duración de este abuso.
La cafeína es una sustancia bastante activa desde el punto de vista farmacológico (en los riñones y en el sistema nervioso), que supera con facilidad la placenta y entra en el medio fetal. La cafeína también se encuentra en el té, en el cacao y en aquellas bebidas cuyo nombre termina con el sufijo -cola. Tres tacitas de café, un té y una cola al día son suficientes para alcanzar niveles peligrosos para el feto. Además esta sustancia roba calcio al organismo. No se aconseja el uso del café descafeinado, ya que la cafeína ha sido eliminada mediante procesos químicos que pueden introducir sustancias dañinas.
Infusión de jengibre, excelente remedio contra las náuseas.
Me gustaría hacer un breve comentario sobre la raíz de jengibre, los chinos lo utilizan desde hace muchos años para calentar el organismo, facilitar el flujo de energía y fluidos, estimulando la inmunidad. Tiene un montón de aplicaciones (gripes, tos, problemas reumáticos) y es la única especia que previene el mareo, siendo excelente contra las náuseas del embarazo. Se utiliza en pequeñas cantidades en sopas o en forma de infusión. No os recomiendo el jengibre cristalizado, tan de moda en las herboristerías, ya que lleva azúcar y éste elimina todo poder curativo del jengibre. Preparar un infusión es muy sencillo: se ralla una cucharada sopera de jengibre fresco y se añade agua hirviendo, se deja reposar dos minutos y se cuela. Después de las comidas es ideal ya que ayuda a hacer una buena digestión, absorbiendo todos los nutrientes.
Al principio del embarazo la sangre suele estar más ácida. Por eso, si la futura madre se alimenta de refinados, bollería, azúcares, carnes, es decir, alimentos que acidifican, su sangre seguirá ácida y empezará a notar las primeras náuseas y algunas incluso vómitos. Esta acidez afecta al hígado, huesos y dientes produciendo finalmente al cansancio y agotamiento. Otra manera de prevenir estos mareos, náuseas y vómitos sería eliminar todo alimento acidificante (como los antes mencionados) y tomar media ciruela umeboshi en cada comida e ir introduciendo poco a poco alimentos más equilibrados como los cereales integrales, verduras frescas de estación, algas marinas…
No conviene cambiar radicalmente de alimentación. Si la alimentación precedente ha sido rica en alimentos industriales con abundantes productos químicos, azúcares y productos animales, el paso a una dieta naturista (vegetariana, macrobiótica…) puede resultar dañino para la salud de la madre y para el feto, ya que el cuerpo materno, sometido de golpe a un cambio tan importante, descargará una cantidad de toxinas y desechos que no podrán ser eliminados por completo a través de la orina y las heces. Estas toxinas podrían permanecer en el organismo y descargarse en el feto. Es mejor cambiar de forma más gradual.
El embarazo es una excelente ocasión para mejorar el tipo de dieta, para adoptar una dieta equilibrada compuesta por cereales integrales, verduras frescas de estación, alimentos animales frescos y de confianza (mejor ecológicos), frutas de estación… No es conveniente tener demasiada rigidez al aplicar una u otra dieta, sino que hay que seguir los consejos que el cuerpo nos envía a través del apetito, de las alteraciones, de los cambios de gusto y de la mayor sensibilidad a los olores.
Felices 9 meses y feliz , sano y natural parto!
Con mucho AMOR.
Te recomiendo un libro muy especial para todas las mujeres: ‘Cuerpo de Mujer, Sabiduría de Mujer’ de la Dra. Christiane Northrup. Aquí encontrarás toda la información necesaria, es como la ‘Biblia Femenina’.
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