Dices que cansa estar con niños. Tienes razón. Añades que te cansa
porque tienes que ponerte a su nivel, agacharte, inclinarte,
arrodillarte, hacerte más bajito. Te equivocas. No es eso lo que cansa
más. Más bien es el hecho de verte obligado a elevarte hasta la altura
de sus sentimientos. Estirarte, alargarte, ponerte de puntillas. Para no
herirles.
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