Es universalmente reconocido que cuando nace un hijo también nace una
madre.
Sin embargo, para muchas mujeres tomar la decisión de convertirse
en mamá implica un proceso más amplio que nueve meses de gestación.
A
diferencia de épocas pasadas, actualmente la mayoría de las mujeres deciden experimentar la maternalidad una vez pasados los treinta años.
Vivir un embarazo a los veinte años de edad es diferente que a los treinta o más, no se trata de una experiencia mejor o peor, es una elección que varía según la historia personal, las condiciones del contexto, la relación con modelos maternales aprendidos y con muchos otros factores.
Aunque existen tantas situaciones como seres sociales, cuando se tiene más edad se consolidan estilos de vida, intereses y prioridades,
se perciben otros registros de lo que sucede en la vida y se evalúa
detenidamente lo que implica la llegada de un hijo, situación que
requiere disponibilidad de recursos, tiempo y espacios a ceder.
Suele ocurrir también que la decisión de ser madre llega a los "treinta y pico" porque la mujer siente que hay aspectos personales que ya ha podido desarrollar
y que cuenta con la predisposición para acompañar responsablemente el
crecimiento de un nuevo ser (algo que tal vez, según el recorrido de
vida personal, parecía imposible cuando era más joven). La mujer puede
percibirse en condiciones adecuadas para asumir el compromiso de la
maternidad.
Por supuesto, esta "determinación de ser mamá" de la que hablamos no se presenta obligatoriamente cuando se tiene más edad.
En
algunos casos sucede que por entonces, ya resulta difícil renunciar o
diferir conquistas ganadas en el espacio laboral o profesional.
Por
otro lado, los diferentes momentos vividos en la pareja y las
decisiones tomadas en conjunto determinarán o no que ha llegado "el
momento de ser padres".
Cuando la salud es más importante que la edad
No
podemos dejar de mencionar que en la actualidad, numerosos
profesionales médicos consideran que el estado de salud preexistente de
la mujer que decide ser madre luego de los 30 es el indicador más
importante para llevar adelante un embarazo y no su edad cronológica
como se creía antiguamente.
El mejor momento para la
maternidad es aquel que, en la historia de cada mujer y de su pareja,
resulta más fértil física y emocionalmente.
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