A diferencia de las leches artificiales, que cada cual tiene su propio
sabor según la marca, la leche materna contiene cientos de sabores
diferentes provenientes de la alimentación de la madre.
El sabor
de los alimentos que come la padre pasan a la leche materna haciendo que
el bebé amamantado sea más proclive a aceptar nuevos sabores en el
futuro y en definitiva, tener una alimentación más variada.
Una
reciente investigación acerca de la trasferencia de sabores a través de
la leche materna realizada por científicos de la Universidad de
Copenhague, en Dinamarca, se ha centrado en el tiempo que tarda el bebé
en degustar los diferentes sabores.
Se les dieron a las madres
cápsulas que contenían los mismos compuestos que dan sabor a ciertos
alimentos y encontraron que a distintos períodos de tiempo, los sabores
aparecieron en la leche.
Los sabores a semillas de alcaravea
(similar al anís) y regaliz aparecieron 2 horas después de que la madre
comió los compuestos. La banana, 1 hora después mientras que la menta,
entre 2 y 8 horas después del consumo.
Los tiempos dependían de
cada mujer, pero en todos los casos los sabores desaparecieron de la
leche 8 horas después de haber consumido los compuestos, con lo cual si
hay algún sabor en la leche que el bebé rechace, éste se eliminará a lo
sumo a las 8 horas.
El estudio viene a confirmar algo que ya
sabíamos, que el bebé experimenta diferentes sabores a través de la
leche de su madre. De ahí la importancia de la alimentación variada de
la madre durante la lactancia y otra gran ventaja de la leche materna
frente a la leche de fórmula.
Cuanta más variedad de sabores
reciba el bebé durante la etapa de lactancia más receptivo será luego a
los nuevos sabores, estableciendo el primer paso para una alimentación
más variada y por ende, más saludable.
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