Muchas mujeres se preguntan si deben seguir una dieta especial mientras
les dan el pecho a sus bebés. Probablemente no necesites hacer cambios
importantes en lo que comes o bebes durante este periodo, pero es
importante que tengas en cuenta una serie de puntos:
Una dieta bien equilibrada es importante para tu salud
Una
de las maravillas de la leche materna es que puede cubrir las
necesidades alimenticias del bebé aunque tú no estés alimentándote bien.
Pero el que tu bebé no se vea afectado por tus deficiencias
alimentarias no quiere decir que tú no sufras. Es importante que
absorbas vitaminas y nutrientes suficientes porque necesitarás energía
para cumplir con las exigencias diarias que supone cuidar a tu hijo.
Considera la lactancia como una fase que te motive constantemente para
mantener la dieta saludable que ya seguiste durante el embarazo.
Esfuérzate en comer granos y cereales integrales, frutas y vegetales
frescos, y alimentos que suministren suficientes dosis de proteínas,
calcio y hierro. Puedes permitirte un antojito dulce de vez en cuando,
pero no a cada rato.
Comer bien no quiere decir comer más. Los
expertos solían recomendar a las mamás lactantes que ingirieran 500
calorías más al día, pero estudios más recientes indican que las mamás
que dan el pecho no necesitan necesariamente aumentar el consumo de
calorías, dice Kathleen Huggins, una experta en lactancia asesora de
BabyCenter y autora de la obra The Nursing Mother's Companion. (El
manual de la madre lactante). Tus necesidades energéticas dependerán de
tu peso actual y de tu grado de actividad. No existe una regla general
para todas las mujeres.
Hacer dieta mientras se amamanta está bien, pero ve con cuidado
Adelgaza
poco a poco (1 a 2 libras — 0,5 a 1 kg, aprox.— por semana). Para ello
combina una dieta saludable y baja en grasa con ejercicio moderado. Las
pérdidas rápidas de peso pueden resultar peligrosas para tu bebé porque
al adelgazar se liberan toxinas — normalmente almacenadas en la grasa
corporal — que llegan a la corriente sanguínea, aumentando la cantidad
de contaminantes que acaban en la leche materna. Si pierdes más de 2
libras semanales después de las primeras seis semanas quiere decir que
necesitas ingerir más calorías.
Si crees que para perder peso es
preciso destetar al bebé, no te preocupes: amamantar ayuda a reducir la
grasa depositada durante el embarazo para prepararte para la lactancia.
Algunas mamás notan que el peso simplemente va desapareciendo mientras
dan de mamar. De todos modos, calcula que necesitarás entre diez y doce
meses para volver a tu peso de antes del embarazo. No es nada
recomendable tratar de adelgazar hasta pasadas al menos seis semanas
desde el nacimiento. Reducir tu alimentación en esas primeras semanas
puede afectar tu producción de leche.
Limita el consumo de ciertos pescados
En
marzo de 2004, la Agencia de Alimentos y Fármacos (FDA, por sus siglas
en inglés) y la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) emitieron
nuevas directrices sobre la necesidad de que las madres lactantes, las
mujeres embarazadas y las que están tratando de quedar en estado, así
como los niños pequeños, reduzcan su exposición al mercurio en el
pescado. Las nuevas pautas aconsejan no comer más de 6 onzas (170 gramos
aprox.), o una porción, de atún blanco por semana.
Según las
directrices de la FDA/EPA, debes limitar a 12 onzas (340 gramos) el
consumo semanal de atún "ligero" enlatado y de otros pescados cocinados.
También debes evitar la carne de tiburón, pez espada, carite o sierra, y
matejuelo (también llamado blanquillo). Otros expertos más
conservadores también aconsejan evitar los filetes de atún (frescos y
congelados), pez emperador, caballa, marlin o aguja y mero porque estos
peces están en el nivel más alto de la cadena alimenticia y contienen
los niveles más altos de mercurio.
Abstente de tomar alcohol o, por lo menos, tómalo con precaución
Es
aconsejable no tomar durante la lactancia porque el alcohol penetra en
la leche materna y puede dañar o irritar al bebé. Entre otros riesgos,
el tomar una sola bebida alcohólica puede inhibir la capacidad de tu
cuerpo para producir leche.
Si piensas disfrutar de una bebida
ocasional o vas a tomar más de un trago, espera al menos dos horas antes
de amamantar a tu bebé para que el alcohol se disipe. El alcohol no se
almacena en la leche materna, por lo que "extraer y botar" (utilizar un
extractor de leche para vaciarte los senos y botar la leche) no sirve
para nada. Para evitar la deshidratación asegúrate de ingerir algo sin
alcohol por cada bebida alcohólica que tomes.
Bebe mucha agua para estar bien hidratada
Cuando
amamantas tu cuerpo elimina los fluidos acumulados. Eso no afecta la
producción de leche, pero deberías beber diariamente al menos ocho vasos
de 8 onzas (227 gramos, aprox.) de agua o líquido para mantenerte
hidratada. Otra regla suele ser la de beber siempre que sientas que lo
necesitas. Evita la cafeína porque puede actuar como deshidratante.
Vigila los sabores de lo que comes o bebes
Algunas
comidas tienen sabores muy fuertes y pueden hacer que tu bebé tenga
gases o esté irritable. Si tu bebé es sensible a algo que comes o bebes,
te darás cuenta ya que se mostrará irritado tras las tomas, llorando
sin parar o durmiendo muy poco. Si tu bebé es alérgico a algo que
comiste, quizás se refleje por medio de una reacción en su piel
(erupciones o urticaria), en su respiración (jadeante o congestionada) o
en sus heces (verdes o viscosas).
Aunque algunas madres juran
que los platillos picantes sientan mal a sus bebés, lo mejor suele ser
probar a ver qué ocurre ya que la irritabilidad producida por los
alimentos difiere de un niño a otro. Si te das cuenta de que tu bebé no
se irrita cuando comes un platillo con salsa picante, pollo al ajillo o
unos vegetales con curry, no hay problema en que lo hagas. Una
advertencia: algunos de los alimentos más problemáticos que pueden
causar cólico son el brócoli, el repollo (la col), las coles de Bruselas
y la leche de vaca.
Chequea tu nivel de hierro
Muchos
profesionales de la salud recomiendan continuar durante la lactancia
con los suplementos prenatales de hierro. Asimismo, si los análisis de
sangre demuestran que tienes bajos los niveles de hierro, tu doctor
puede recetarte un suplemento. Y si continúas con el suplemento
vitamínico, recuerda que eso no sustituye a una dieta equilibrada y
saludable.
fuente.babycenter.com
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