Recibir control odontológico adecuado para prevenir complicaciones que
puedan aparecer como consecuencia de los cambios hormonales de la
gestación, es más que imprescindible.
En esto se basa la salud
bucal de la embarazada y la del futuro bebé.
Durante los primeros meses,
es muy común que el cepillado dental aumente las molestias digestivas,
tan frecuentes durante el embarazo como las naúseas o los vómitos, lo
que lleva a que se descuide la higiene dental, y por este motivo,
asociado a los efectos de las hormonas propias del embarazo puede
aparecer una gingivitis
(inflamación de las encías), que se manifiesta
con sangrado de encías
y sensibilidad al calor o al frío.
Estas
molestias se pueden controlar mediante un cepillado adecuado, que
también previene la placa bacteriana, origen de las caries tan molestas.
También es muy importante el uso del hilo dental,
para eliminar restos
de comida que hayan quedado entre los dientes, inaccesibles para el
cepillo.
Las deficiencias alimentarias durante éste período
también pueden ser causa de enfermedad bucal en el bebé, provocando
dientes mal calcificados, alteraciones en el esmalte dental, mala
alineación de los dientes, trayendo como consecuencia mala oclusión
(mala mordida). El desarrollo dental del bebé comienza en el primer mes
de gestación y necesita para su correcta formación aportes de calcio,
magnesio, flúor, fósforo y vitaminas A, D y C.
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