Hay pocas imágenes más tiernas que un bebé tomando la teta de su mamá.
Puede verse la complicidad y la unión entre los dos, las pequeñas
manitos sobre mamá, las miradas, la madre acariciando al bebé
Se
produce un enamoramiento entre ambos difícil de describir, un momento
muy especial que sólo comprenden quienes han amamantado, y a mi parecer,
una de las experiencias más bonitas de ser madre.
Pero todo esto
no es puro sentimentalismo, sino que hay detrás estudios científicos
que lo corroboran.
Hace unos meses les hablaba de un magnífico estudio sobre qué sucede en el cerebro de la mujer
cuando está embarazada.
Durante la gestación la mujer almacena
oxitocina, llamada hormona de la confianza y del amor, segregada después
del parto para fortalecer el vínculo de apego entre la madre y el
recién nacido.
El contacto del lactante con el pecho de su madre
desencadena la producción de oxitocina en el cerebro de la mujer, la
cual al entrar en el flujo sanguíneo activa las glándulas mamarias y
fortalece el vínculo entre el hijo y su madre.
Un reciente
estudio internacional realizado en el Centro de Computación Científica y
Ciencias de la Computación en Warwick, Reino Unido y publicado en
Computational Biology acaba de desvelar cómo sucede el mecanismo
biológico encargado de pulsar ese botón que dispara la producción de la
hormona del amor cuando el bebé se pone en el pecho.
Según los
científicos, la respuesta más probable es que como reacción a la succión
del bebé las células comienzan a liberar la hormona de forma
sincronizada a partir de las dendritas, así como de los extremos
nerviosos. Esto fue algo inesperado porque hasta ahora se creía que las
dendritas eran parte de la neurona que recibe y no la que transmite
información.
cronica
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